Siempre cerca de la gente
La acogida y hospitalidad son nuestro modo de evangelizar y a la vez signos proféticos que responden a las necesidades de salvación del mundo de hoy.
Como Misioneras Oblatas, participamos del carisma que el Espíritu Santo inspiró en el corazón de san Eugenio de Mazenod hace ya más de 200 años. El carisma recibido se extendió muy rápidamente por todo el mundo, buscando ante todo la gloria de Dios y la salvación de los hombres. Es un don para toda la Iglesia y también para nosotras que formamos parte de la familia oblata.
Cada una de nosotras sintió deseo de poder vivir este carisma desde nuestro ser mujeres. Esto ha sido posible gracias a la disponibilidad de las primeras hermanas que no dudaron en comenzar algo nuevo. Hoy, nos sentimos llamadas a vivir y actualizar el carisma oblato en las circunstancias concretas en las que nos encontramos.
Las Oblatas vivimos el carisma heredado de San Eugenio
Cerca de los pobres
Con nuestra hospitalidad y acogida buscamos nuevos caminos para que los demás a la luz del Evangelio puedan descubrir la grandeza del amor
de Dios en sus vidas.
Con María Inmaculada
Nacemos en la Iglesia y para la Iglesia. Con prontitud, audacia, creatividad y en comunión con sus pastores queremos responder a sus necesidades más urgentes, anunciando a Cristo a los más abandonados.
Con Cristo Salvador
Nuestro celo misionero nace del estar profundamente enraizadas en Cristo, que nos impulsa a proclamar a los demás lo que hemos vivido y experimentado en nuestra propia vida.
Para la Iglesia
Nacemos en la Iglesia y para la Iglesia. Con prontitud, audacia, creatividad y en comunión con sus pastores queremos responder a sus necesidades más urgentes, anunciando a Cristo a los más abandonados.