Mujeres consagradas
Abiertas a la acción del Espíritu queremos consagrarnos totalmente a la persona y a la obra del Salvador. Nos sentimos llamadas a dejarlo todo para seguir a Jesucristo, siendo sus cooperadoras en la misión de la Iglesia. Consagramos nuestra vida, escogiendo el camino de los consejos evangélicos.
Como lo exige nuestra misión, seguimos de forma radical el ejemplo de Jesús, viviendo en castidad, pobreza, obediencia y perseverancia. Convocadas para vivir en comunidades apostólicas, formamos una célula viva de la Iglesia, como signo de que en Cristo, Dios lo es todo para nosotras.
EN COMUNIDAD
Anunciamos el Evangelio en y a través de nuestras comunidades que se caracterizan por un fuerte espíritu de familia. Desde una mirada creyente podemos acoger lo que somos, para celebrar y agradecer el don de la vocación recibida.
Nuestras comunidades quieren ser hogares que fomentan, cuidan y cultivan la acogida. Nos sentimos llamadas a vivir el don de la internacionalidad empezando por nuestras comunidades.
PARA LA MISIÓN
Nuestra vocación misionera nace de la llamada de Dios a la evangelización al escuchar el grito de los pobres y las necesidades de salvación que descubrimos a través de la Iglesia y en el mundo actual.
Nuestra misión se concreta en un camino para llevar a los hombres a “sentimientos humanos, luego cristianos y ayudarles finalmente a hacerse santos”.
Llamadas y convocadas
Nuestra espiritualidad misionera, impulsada por nuestra Oblación motiva nuestras acciones y nos mantiene continuamente disponibles y abiertas para la misión. La realizamos como mujeres apostólicas a ejemplo de María, virgen y madre, en comunión con la Iglesia y sus pastores y abiertas a la colaboración con otros obreros del Evangelio.
Nuestro modo de realizar la misión se caracteriza por la evangelización de los más pobres desde la experiencia personal de la salvación, queriendo suscitar o despertar la fe en aquellos con quienes nos encontramos:
ANUNCIANDO
el amor de Dios
a todos los hombres
ACOGIENDO
a aquellos que el Señor nos pone en el camino desde
lo que somos y tenemos
ACOMPAÑANDO
los procesos de vida
y fe de quienes caminan
a nuestro lado