Son las 8 de la mañana, los niños están listos para desayunar. Por allí aparece una pareja de reyes de Egipto, vestidas con un ropaje especial y música adecuada, por supuesto. Los monitores, entre ellos el loro (que va buscando su pluma en el tiempo), bailan a la manera egipcia, invitando a los niños a participar. Después del desayuno nos llevan al monte dónde a Moisés se le aparece el Señor en la zarza ardiente y promete a cada persona presente (llamándola por su nombre) a estar con ella.
Este año estuvimos con 24 niños y el equipo de monitores a mitad de julio en el Nikolauskloster (Alemania, cerca de Colonia) viajando desde la época de los egipcios, por el tiempo de la Edad de la Piedra, pasando por el de los romanos (y de Jesús)… hasta el futuro. Cada día nos entretuvimos en una época diferente, acompañados por nuestro perro del campamento, Levi (un caniche de una monitora), y el loro ya mencionado. El campamento de verano del monasterio tiene una larga tradición. Primero lo organizaron los Misioneros Oblatos y ahora nosotras, las Oblatas, que coordinamos este campamento con la ayuda de los Oblatos y los voluntarios del monasterio de San Nicolás.
Benjamín, por ejemplo, participó en el campamento del monasterio cuando era niño y ahora es monitor desde hace varios años. Este estudiante de 20 años disfruta organizando las distintas actividades y se alegra cuando los niños las disfrutan también. Ela, por su parte, tiene 16 años y asiste al campamento como monitora por segunda vez: «Me gusta el campamento de verano del monasterio porque disfruto mucho trabajando con niños y es agradable e inspirador hablar con ellos de la fe».
A los niños también les gusta. Anika tiene 9 años y dice: «Me parece estupendo que hagamos tantas actividades todos los días. Ayer fuimos al Neandertal y mañana iremos a la piscina y, si hace buen tiempo, pasaremos la noche fuera. La comida también es buena y hay para todos los gustos. Y he venido porque mi hermana estuvo aquí el año pasado y le gustó». Anne, de 10 años, dice: «Creo que es bonito que todo el mundo se lleve bien en el campamento de verano aquí, hay muchas actividades y no nos aburrimos». A Lina, de 11 años, le parece genial «que haya tantos juegos diferentes y que cada día hagamos algo distinto. Es entretenido, pero también hay descansos para relajarse». Fabián, de 11 años, dice: «Creo que todo en el campamento monasterio es genial, los juegos y los niños y monitores son tan simpáticos. Estoy aquí porque estuve hace dos años y me pareció estupendo». Anna, que tiene 13 años, también dice: «Estoy aquí porque tenía muchas ganas de ir al campamento del monasterio. Me parece genial que cada día hagamos cosas nuevas. También creo que el nombre de nuestra habitación es gracioso, nos llaman «los seis graciosos». Los monitores son todos muy simpáticos».
Seguro que el año que viene habrá otro campamento de verano en el monasterio de San Nicolás con oraciones, actividades chulas, buen ambiente y amistades entre los niños y en el equipo coordinador. Porque eso no pierde su valor en el tiempo, es eterno.
Lisa omi
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