Ayer, 21 de mayo toda la familia oblata celebramos la fiesta de san Eugenio de Mazenod. Este día, los que seguimos el carisma oblato, y todos los que se sienten vinculados con nuestra familia omi, empezamos una semana de oración por las nuevas vocaciones, que termina con la memoria de beato José Gérard, omi.
Un corazón grande como el mundo; una mirada atenta a las necesidades de los pobres; unos brazos dispuestos para acoger. Tres cualidades de San Eugenio de Mazenod sobre las que este año hemos querido reflexionar en los días anteriores a la celebración de su solemnidad.
“Gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y se las has revelado a la gente sencilla” Son palabras de Jesús que se hacen presente en San Eugenio cuando contemplamos su vida. Una vida que late con un corazón ardiente, vivo, amante. Un corazón que se siente cautivado por la mirada de Jesús desde la cruz y desde ese momento no deja de latir transmitiendo vida a los demás.
Eugenio mira con los ojos del corazón, con ternura, dirigiendo su mirada hacia aquellos que están sedientos de una palabra reconfortante, de un gesto de cariño, de unos brazos que acogen haciendo descubrir a las personas su dignidad, su ser hijos de Dios.
Podemos preguntarnos hoy: ¿Qué siente mi corazón al mirar a las personas más necesitadas? ¿Qué gestos sencillos puedo tener con ellos?
Asun OMI
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