Después de tres años sin poder ir a Marruecos por causa de la pandemia, hemos vuelto a Tetuán con muchas ganas de compartir juntos la experiencia misionera y de servir a los más necesitados.
Damos gracias a la comunidad de los franciscanos que nos acogieron en la casa de convivencia que pertenece a su parroquia. Una acogida increíble nos esperaba también en los lugares a los que fuimos enviados: en la residencia de personas mayores y en el orfanato de chicos en el barrio Boussafou, en la Asociación Nour dedicada a los niños con diferentes discapacidades y sus mamás, en la Delegación de Migraciones encontrándonos con las personas migrantes subsaharianas y en el Centro Lerchundi en Mártil donde hicimos un campamento para niños.
Vivimos para servir
"El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres" (Salmo 125).
¡Cuánta verdad podemos encontrar en la Palabra de Dios! Como bien reza el Salmo que hemos citado previamente, el Señor se comporta con nosotros de una manera grandiosa, regalándonos vivencias, como la que hemos experimentado en Marruecos, que nos ayudan a crecer espiritualmente y a sentir la alegría de vivir el Evangelio. Dios siempre nos da más de lo que merecemos realmente, nos acoge siempre en su Iglesia y nos regala a nuestros hermanos para que podamos encontrar en sus miradas y en sus sonrisas el fiel reflejo del amor que Cristo siente por nosotros.
Estamos llamados a ser ejemplo vivo de la entrega y el servicio a los demás, a consumir nuestras vidas como velas para poder dar luz a aquellos a los que les falta un rayo de esperanza, compañía, comprensión y amor. Ya lo decía Santa Madre Teresa de Calcuta: "Quien no vive para servir, no sirve para vivir".
No me cabe la menor duda de que Dios es la única fuente de la que emana la auténtica felicidad, aquella que hace vibrar los corazones y desvivirse por el prójimo con gran entusiasmo. A nivel más personal, puedo destacar que Marruecos ha sido para mí el escenario de un compendio de hermosas emociones, una reconciliación conmigo mismo y con los demás, una liberación de prejuicios absurdos, un acercamiento a la necesidad del otro y un espacio de hermandad, unión y respeto.
Quiero agradecerles a las Misioneras Oblatas de María Inmaculada su capacidad de servicio y su paciencia para con nosotros, sobre todo con un servidor. Vuestro trabajo, vuestras oraciones y vuestra entrega han sido fundamentales para poder desarrollar esta experiencia misionera. Os animo a seguir trabajando arduamente por el bien común, por las necesidades de la iglesia y, principalmente, por los más pobres y alejados del amor de Dios. Debemos recordar que nuestra misión no ha hecho más que empezar.
¡Dichosos lo que entregan el amor recibido! Estamos llamados a seguir compartiendo el amor de Dios con nuestros hermanos, ese amor que hemos recibido a raudales en tierras africanas, el cual se nos ha regalado desinteresadamente por pura gracia y misericordia del Señor. ¡Todo es un regalo!
Dailos Jesús
Acariciar el rostro de los demás
Patricia es una de los jóvenes que participaron de la experiencia misionera en Marruecos. Patricia ya desde hace un año forma parte de nuestro grupo misionero. Trabaja como fisioterapeuta en Madrid y en Tetuán ha puesto todos sus conocimientos al servicio de los más pequeños y sus mamás en la Asociación Nour Paralisis Cerebral. Este es su testimonio:
Un ❤️ tan grande como el 🌍. Es lo que he encontrado en Marruecos.
Gracias por cada persona que se ha cruzado en mi camino, que seamos huellas llenas de vida.
Gracias por todo lo vivido y compartido.
Gracias por elegirme, llevarme, sorprenderme y hacerme instrumento.
Gracias por la acogida, el acompañamiento, la empatía, la compasión, la ternura, el agradecimiento.
Gracias por acercarme a la realidad del que cruza una valla fronteriza o sube a una patera.
Gracias por Nour, por los niños, los voluntarios y sus familias.
Todo es y ha sido un regalo. Gracias, Señor.
✨ Quizás somos la única página del Evangelio que leerá una persona. ¿Qué quieres hacer con tu vida?
✨"Entra en esa intimidad, que se llena de personas y rostros que acariciar. Que me impulsa desde dentro a comprometerme más. Todos caben en Tu corazón".
Patricia, grupo misionero OMI
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