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Misioneros de esperanza

Sé en quién he puesto mi confianza… (1Tim 1,12) – es la frase que elegí hace más de quince años para el recordatorio de mi ordenación sacerdotal.

Soy Tomás OMI, Misionero Oblato de María Inmaculada. Soy polaco, de Cracovia y actualmente sigo mi camino misionero en Cuba. Pero ¿cómo llegué a Cuba? – esta es mi historia…



Recuero que, terminando los estudios previos a la universidad, estaba buscando mi camino en este mundo. Por una parte, me gustaba mucho mi escuela con perfil geológico y la idea de continuar los estudios en este campo, pero, por otro lado, cada vez, más fuerte, sentía la invitación de Jesús de seguirle en el camino sacerdotal y misionero. Para no hablar demasiado sobre este momento de mi vida les comparto que las decisiones las iba tomando ante el Santísimo Sacramento.


Cuando ya tomé la decisión llegaron otras preguntas: ¿dónde? ¿cómo? Sé que lo único claro para mí, en aquel momento, era que quería ser misionero. Y así empecé a escribir a diferentes congregaciones que tenían en su nombre la palabra “misioneros” 😉, creyendo que de esta forma encontraría respuestas a mis preguntas. Los primeros en responderme fueron los OMIs (los oblatos), y así ahora yo soy OMI.


Estudiando en el seminario, seguía creyendo que las misiones solamente están en África, pero poco a poco, creciendo y profundizando en mi vocación llegué a estar disponible para ir donde faltan sacerdotes y donde hay pobres. Un día, en el seminario nos visitó el padre Gilberto OMI, quién estaba buscando misioneros para su provincia de México – Guatemala – Cuba. Recuerdo que me decía a mí mismo: ¿Por qué no México? Y así, después de dos años en Polonia como sacerdote salí a cumplir mi sueño de realizar mi vocación en las misiones.


México fue mi primera misión, donde estuve más de doce años. Fue un tiempo muy bonito de conocer una nueva cultura, totalmente diferente para mí, nuevos lugares y claro tanta gente bella, que me ha recibido con los brazos abiertos. También, debo decir que ha sido un tiempo de crecer, de buscar caminos, de dejarme ”evangelizar por los pobres” y aprender a ser polaco-mexicano. Les digo sinceramente, no siempre fue fácil… pero… sé en quién he puesto mi confianza…



Después de estos doce años en México llegó el momento de preguntarme: ¿Qué sigue ahora? Algo me empujaba a pensar, que puedo otra vez ir a lo nuevo. Siempre he escuchado sobre la necesidad de misioneros para Cuba y sobre lo difícil y exigente que es ser misionero en esta isla caribeña. Así que decidí pedir ser enviado a la misión en Cuba, pero esta vez con algo de experiencia.


Los oblatos en Cuba
Los oblatos en Cuba

En Cuba estoy desde unos siete meses. Nueva misión, nueva aventura misionera y nuevas responsabilidades. La realidad cubana – que decir – hay que vivirla para creer, pero igual que como todos estos años en México, aquí también encuentro mucha gente linda y necesitada de Dios. Los oblatos tenemos aquí dos comunidades, una en la provincia de La Habana y otra en la provincia de Pinar del Río. Somos – como dice uno de los hermanos – “una ensalada rusa”, hay un brasileño, un americano, un esrilanqués y un polaco. Este año está con nosotros un escolástico de México realizando su experiencia misionera. Como comunidad atendemos a cinco parroquias.


Para mí, nuestra primera misión, aquí en Cuba, es ser misioneros de esperanza, porque aquí hay mucha gente que la ha perdido, y en segundo lugar es saber perseverar. Vale la pena mencionar, que este año celebramos los 25 años de la llegada de los primeros oblatos a Cuba. Para nosotros es un tiempo de dar gracias a Dios, pero también de soñar, buscar nuevos caminos y de renovar nuestro compromiso en esta tierra misionera.

Cuando me pongo a pensar y mirar atrás, nunca hubiese pensado que este sueño misionero me iba a llevar hasta Cuba, pero aquí estoy Señor, para cumplir tu voluntad.


Y, para terminar, les pido a todos, no se olviden de los misioneros, recen mucho por nosotros, no solamente en el mes de octubre, sino todo el año. Recen, para que seamos testigos de Cristo, que seamos misioneros de misericordia y de esperanza en este mundo.


Tomás Szafranski, OMI

Cojimar, Cuba

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