Este año, para nosotras, las Oblatas, es muy especial, ya que celebramos los 25 años de vida comunitaria. Parece muy poco, sin embargo en este tiempo hemos vivido tantas casas, que es muy difícil resumirlas. Ha sido un tiempo lleno de aventuras, sorpresas, alegrías, ilusiones, pero también de miedo, tristeza, sobre todo para nuestras familias, que veían nuestro camino muy inseguro e incierto. Algunos de ellos, al mirar atrás, aunque lo recuerdan como un momento muy difícil, se sienten muy orgullos del camino que hemos ido realizando como oblatas. Aquí os compartimos el testimonio de Enrique y Mari (los padres) y Beatriz (hermana) de Irene omi.
Para nosotros como padres el momento en el que Irene se marchó, fue muy difícil... Según han pasado los años y viendo como han evolucionado y crecido, estamos muy felices del camino que han elegido. Seguramente, no ha sido nada fácil para ellas, pero hemos estado a su lado y estamos muy orgullosos. A día de hoy, pedimos que Dios le siga guiando en su vida, a nuestra hija y a todas las Oblatas.
Enrique (padre):
Entendí la decisión que ella tomaba; comenzaban un grupo de chicas como Misioneras Oblatas de María Inmaculada siendo ellas las precursoras. La apoyé en el camino que comenzaba como Oblata, sin haber acabado sus estudios y siendo muy joven.
El camino para ellas no ha sido nada sencillo, pero en todo momento nosotros como familia las hemos apoyado. Transmitían siempre tanta alegría, paz, entusiasmo, cercanía y generosidad hacia los más necesitados, que es un gusto formar parte de ese trocito de familia oblata siempre tan llenas de Dios.
Mari (madre):
Fue un momento trágico que me marcó durante muchos años, lleno de tristeza por el paso que daba, nunca me lo había planteado. Me creaba mucha angustia el no poder verla a menudo y las visitas a su casa me daban más tristeza todavía.
Orgullosa de su camino de vida, que es una auténtica locura de AMOR, a día de hoy, solo hay una explicación, el Espíritu sigue soplando. Como hermana de sangre me siento muy unida a mi hermana y a todas ellas.
Beatriz (hermana):
Parece mentira, que hayan pasado 25 años. El día que me enteré de que mi hermana iba a irse de casa para iniciar el camino para llegar a ser una congregación pensé que era una auténtica locura, llena de Ilusión, esperanza y emociones encontradas. Se lanzaba sin saber muy bien a dónde, cómo y de qué manera, pero si transmitía una alegría que en cierta manera me daba tranquilidad. Aun así lo viví con mucha tristeza de que marcharse de casa con algo tan incierto.
Enrique, Marí y Beatriz
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