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La cercanía de "Diosito"


“De lo que rebosa el corazón habla la boca”, haciendo vida estas palabras del evangelio, comenzaré estas líneas con una palabra: GRACIAS.

Un GRACIAS dirigido a Dios y a cada una de las personas, que el Señor ha ido poniendo y pone en el camino de nuestra comunidad, camino que comenzó hace poquito más de un año, con nuestra llegada a Bambamarca (Perú). GRACIAS por cada pequeño gesto que nos muestra el amor, la bondad, la paciencia y la cercanía de "Diosito" (como algunos aquí, con mucho cariño se dirigen a Dios).


Compartiendo con los hermanos OMI en la selva

Este GRACIAS es fruto de poder estar cerca de la gente, cerca de las personas, que, en lo cotidiano de cada día, nos muestran el rostro de Jesús y la fe sencilla de los pequeños y humildes. Son ellas, sus palabras y sus gestos, las que nos enseñan a leer el evangelio, con un corazón y unos ojos nuevos, para sentir y mirar la realidad de manera diferente.


A lo largo de este tiempo, hemos ido haciendo camino, acercándonos a distintas realidades, distintos lugares, e insertándonos en la vida parroquial, donde acompañamos a diferentes grupos y realizamos diferentes pastorales. Hemos tenido la oportunidad de conocer diferentes lugares del campo, acompañando a los profesores de religión y participando en jornadas espirituales para los alumnos.


Actividades en Aucayacu con los niños y jóvenes.

Podemos decir que aquí cada día tiene su afán, surgen nuevas actividades, e invitaciones, a las que respondemos con alegría para acompañar a los hermanos de distintas comunidades que como se ha comentado un poquito más arriba, viven su fe de una manera muy sencilla y al mismo tiempo intensa.


“Se dejan evangelizar por las personas a las que son enviadas…se enriquecerán por su cultura y sus tradiciones religiosas”, podemos leer en nuestras constituciones, y aquí las vivimos cada día, pues el convivir con las personas y estar cerca de ellas nos ayuda a conocer cómo se acercan al Señor, cómo viven su fe, personalmente y en comunidad. Dedicar parte de nuestro tiempo, en el día a día, a visitarlas en su lugar de trabajo, estar con ellas, escucharlas, es también algo cotidiano que nos hace crecer como personas, como comunidad y como misioneras.


Pero no sólo vivimos todo esto en Bambamarca, en las comunidades y la parte del campo que pertenecen a ella, sino que también hemos podido disfrutar de un tiempo largo en la selva, conviviendo con nuestros hermanos oblatos que están en Aucayacu. Allí hemos pasado, cuatro semanas participando en la misión junto a ellos y la asociación Sol de Medianoche, haciendo diferentes talleres, en el lugar donde vive la comunidad y en tres comunidades más, con niños de 8 a 12 años.


Compartiendo con los hermanos OMI en la selva

Ha sido una experiencia bonita, que una vez más, nos ha acercado al Señor, y a conocer esas diferentes realidades, que, por distintas razones, viven los niños, pero que, con cada gesto, con su entrega en aquello que tenían que hacer, con espíritu de superación y con ganas de aprender, nos han enseñado a valorar a las personas y a las cosas, a vivir desde la humildad y la sencillez. Han sido también días de dar gracias al Señor por el testimonio y entrega de nuestros hermanos oblatos, que nos anima a nosotras a seguir trabajando y entregándonos en la misión en esta tierra.


Y ahora, en estos días de Pascua, pedimos al Señor resucitado que nos siga acompañando, fortaleciendo y guiando en nuestra entrega diaria, para que dejándonos amar y modelar por Él, seamos testimonio de su resurrección, de su amor y su misericordia desde lo pequeño y sencillo de cada día.


Asun OMI

Asun, OMI

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