Quiero caminar contigo Señor hacia Jerusalén entre palmas y ramos de olivos, entre cantos de júbilo y gritando ¡Hosanna! Tu entrada a Jerusalén es un triunfo de muerte y de vida, de tristeza pero también de esperanza. Durante estos días enséñame a contemplarte, de seguir a tu lado, de fijar mi mirada en ti. Tus palabras sean para mi fuente de vida y de fidelidad.
No quiero ser tentada en acallar los gritos de júbilo, pero sé que los momentos de sufrimiento y dolor están muy cercanos. Pongo en tus manos este camino pascual desde la humildad del corazón y la sencillez. No pretendo buscar grandes cosas pero si el deseo profundo de escuchar tu palabra, de poder acompañar al que sufre, a los que todavía no te conocen, de mostrar y testimoniar que verdaderamente eres el Mesías, el Hijo de Dios y quieres estar con nosotros todos los días de nuestra vida.
Que esta alegría me mantenga firme en la fe, en la esperanza y en el amor a ti y a los demás.
San Marcos 11, 1 -10
"¡Hosanna! ¡ Bendito el que viene en nombre del Señor!."
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