La Navidad comienza en el corazón de Dios, y solo está completa, cuando llega al corazón del hombre. Que Dios en su infinita bondad, bendiga y llene nuestros hogares con paz y amor la noche de Navidad. Que el Niño Jesús que nace encuentre en nuestros corazones un portal en el que habitar y que nos llene de luz, para iluminar a quienes nos rodean.
Jesús no se ha limitado a encarnarse o a dedicarnos un poco de tiempo, sino que ha venido para compartir nuestra vida, para acoger nuestros deseos. Porque ha querido, y sigue queriendo, vivir aquí, junto a nosotros y por nosotros. Se interesa por nuestro mundo, que en Navidad se ha convertido en su mundo. El pesebre nos recuerda esto: Dios, por su gran misericordia, ha descendido hasta nosotros para quedarse con nosotros.
Las Misioneras Oblatas de María Inmaculada les deseamos una santa y feliz Navidad.
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