Hemos comenzado el Adviento. Tiempo en el que se nos invita a despertar, a ponernos
en camino, a ver qué actitudes tenemos que cambiar para dejar espacio a Jesús en
nuestro corazón, es decir, disponernos activamente para su llegada.
He de reconocer que es el tiempo litúrgico, junto con la Navidad, que más me gusta,
un tiempo en el que reconozco que hay distintos personajes bíblicos que me ayudan
en la oración, y uno de ellos es San José.
Hace pocos días, cuando hacía la oración por la mañana con los pequeños de primaria, escuchábamos una canción: “Prepárate en Adviento”, que habla de María, pero también nombra a José. Al nombrarle le llama “buen José”. Uno de los niños me
pregunto por qué si María es buena no la llama “buena María”, ¿José era más bueno?
La pregunta me hizo sonreír, y al mismo tiempo pensar.
José no aparece mucho en los evangelios, pero sin embargo con pocas palabras nos
enseña mucho. Destaca por su sencillez, humildad, por su entrega silenciosa, por tener
un corazón grande y acogedor, por ser luz en lo secreto.
¿Soy yo capaz de ser luz
sin buscarme a mí mismo?
¿Me entrego en el silencio
sin esperar recompensa?
¿Actúo para que los demás me vean?
Hoy podemos reflexionar de la mano de José. Contemplarle trabajando en la carpintería. Imaginar cuáles serían sus conversaciones con María en este tiempo previo a la llegada de Jesús.
Asun omi
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