Muchas veces necesito de otros que me ayuden en la vida ya sea desde un consejo, una palabra de aliento, una mirada tierna y compasiva. Me hacen falta personas que demuestren con su vida en qué creen, que sean coherentes, felices con lo que tienen, firmes y a la vez humanos.
Por eso, hoy, María, te miro a ti, que me sirves de ejemplo y que quieres compartir conmigo tu mirada, tu sentir, tus palabras. Te miro intentando parecerme un poquito a ti, entrando algo más en tu corazón para compartir contigo este tiempo de búsqueda y redescubrimiento a Jesús vivo y resucitado.
Las bodas de Caná - Jn 2, 1-11
Al tercer día se celebraba una boda en Caná de Galilea; allí estaba la madre de Jesús. También Jesús y sus discípulos estaban invitados a la boda. Se acabó el vino, y la madre de Jesús le dice: —No tienen vino. Le responde Jesús: —¿Qué quieres de mí, mujer? Aún no ha llegado mi hora. La madre dice a los que servían: —Haced lo que os diga. Había allí seis tinajas de piedra para las abluciones de los judíos, con una capacidad de setenta a cien litros cada una. Jesús les dice: —Llenad de agua las tinajas. Las llenaron hasta el borde. Les dice: —Ahora sacad un poco y llevádselo al maestresala. Se lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde procedía, aunque los sirvientes que habían sacado el agua lo sabían, se dirige al novio y le dice: —Todo el mundo sirve primero el mejor vino, y cuando los convidados están algo bebidos, saca el peor. Tú, en cambio, has guardado hasta ahora el vino mejor. En Caná de Galilea hizo Jesús esta primera señal, manifestó su gloria y creyeron en él los discípulos.
María dócil al Espíritu, se consagró enteramente, como sierva humilde a la persona y a la obra del salvador.
¿Y tú, cómo es tu entrega cada día?
¿Ves al Señor en los acontecimientos
de tu vida?
¿Respondes con valentía y humildad a la voluntad de Dios?
María nos lo recuerda: “Haced lo que él os diga”
“Quien pudiera ser como tú María”
Jesús, ayúdame a esparcir tu fragancia
donde quiera que vaya;
inunda mi alma con tu espíritu y tu vida;
penetra todo mi ser y toma de él posesión
de manera que mi vida no sea en adelante
sino una irradiación de la tuya.
Quédate en mi corazón,
que todos puedan sentir en mí tu presencia;
y que al mirarme no piensen sino en Ti.
Quédate conmigo y conviérteme en luz para los otros.
Te serviré apenas de instrumento,
como una lámpara que alumbra por el camino.
Déjame predicar tu nombre sin palabras…
Ayúdame a ser tu ejemplo, tu amor, tu paz y tu alegría.
Vito OMI
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