Me regalaron un libro titulado “Susurros de espera y esperanza”, que invita a meditar
con el encuentro entre Dios y María. Muestra el lado más humano de María, alguien
que, como nosotros, en su día a día, vivía momentos de incertidumbre, pero que se
dejaba sorprender y acompañar.
Rezando durante unos días con estas meditaciones, me fijaba en María, una mujer sencilla, que responde con generosidad al plan de Dios, y desde ese mismo instante va aprendiendo a crecer en intimidad con su Hijo. María va contando a Jesús todo aquello que sucede a su alrededor: su visita a Isabel, su vuelta a Nazaret, su viaje a Belén, el momento del nacimiento, Lo hace con naturalidad y alegría, a pesar de la incertidumbre de algunos momentos.
Leer cada palabra que María dice a Jesús, hace que me pregunte:
¿Cómo vivo yo los momentos de incertidumbre?
¿Los momentos de asombro?
¿Los momentos en los que me cuesta reconocer al Señor?
Mirando y contemplando a María, reconozco que es alguien importante en mi camino, que es un regalo tenerla por Madre, que ella me guía, y que puedo dejar en ella mis preocupaciones de cada día.
Tú María, acogiste a Jesús y nos acoges a nosotros con ternura.
Tú María, sonreías a Jesús y nos enseñas a sonreírle en cada momento de nuestra vida.
Tú María, te dejas sorprender por lo sencillo y pequeño de cada día.
También yo, como tú, quiero mirar a Jesús con sencillez, contarle lo que hay en mí, mis preocupaciones y alegrías, compartir con Él lo poco o mucho vivido cada día.
Llévame de la mano, junto a ti María.
Gracias por tu sí, que sostiene el mío cada día. Gracias María.
Asun OMI
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