Frank Santucci publicó en diciembre de 2018, en su página web, eugenedemazenod.net, una breve reflexión sobre el encuentro que San Eugenio tuvo en Navidad con su madre. Lo traigo a la memoria, porque en estas fechas tan señaladas y en la situación de pandemia, nos puede ayudar a vivir las relaciones. El mismo Eugenio se lo relata a su madre en una carta:
"¡Ah! mi querida mamá ¿puede creer que he estado con usted anoche? Y meditando tanto sobre la santa Madre de nuestro Dios, que acaba de recibir gran consuelo al dar al mundo a su Salvador, y al mismo tiempo sentir tan vivamente la pobreza, la indigencia y la miseria en la que vio a su divino Maestro humillado por amor a los hombres, ¿Cómo no acercarme a usted tan tiernos sentimientos? Sí, mi buena madre, hemos pasado juntos la noche al pie del altar, que para mí era el pesebre de Belén; juntos ofrecimos nuestros dones al Salvador, pidiendo nacer en nuestros corazones y fortalecernos en nuestras debilidades, etc."
(Carta a su madre, Diciembre 25, 1809,
EO XIV núm. 37)
Las distancias se acortan
La pregunta que nos podemos hacer este año es: ¿A quién me uno ante el pesebre de Belén? Las circunstancias en que viviremos las fiestas de Navidad serán distintas a otros años, a lo mejor nos faltan algunos seres queridos que han partido al cielo a causa del Covid, o quizás, por razones de la reducción de movilidad, no podremos visitar a nuestros familiares en estas fechas tan importantes.
Pero nosotros, creyentes, podemos pasar un ratito ante el misterio de Dios que nace, para pedirle la gracia de experimentar que en él estamos unidos a pesar de la distancia, en él los lazos se estrechan, y en él tenemos puesta nuestra confianza en que sabemos que con su providencia nos cuida. Así, San Eugenio nos lo recuerda en esta carta que escribe a su madre, y también en otras ocasiones que él mismo nos cuenta, como es la unión que experimentaba en Jesús Eucaristía con sus misioneros repartidos por todo el mundo.
Unámonos a nuestros seres queridos ante el misterio de Belén y también a toda la humanidad especialmente a los más pobres, débiles, a los enfermos. En Jesús las distancias se acortan, los corazones se unen, la esperanza se fortalece y las manos se extienden para acoger y entregar.
Las Misioneras Oblatas de María Inmaculada os desean ¡Feliz Navidad!
Viene Jesús artífice de una nueva humanidad y una nueva fraternidad.
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