„Como el Padre me amó, así yo os he amado. Permaneced en mi amor.” (Jn 15,9)
Esa fue una de las primeras frases que leía en la aplicación de la Biblia cuando empecé el nuevo trabajo en un hogar infantil con personas discapacitadas, muchas de ellas traumatizadas. Pronto me di cuenta de lo importante que era esta frase. Mi amor por ellos se puso a prueba en todos los sentidos, y fracasó. Rápidamente me enfadaba, me frustraba y me entristecía. Busqué ayuda en una conversación con un sacerdote, de la que esperaba aliviar mi decepción. Su consejo de “seguir amando” era, para ser sincero, una de las últimas cosas que quería oír. A punto de dejar este trabajo sintiéndome bastante desesperada, le pedí a Dios, como un Tomás, señales de lo que debía hacer. Abrí la aplicación de la Biblia en mi móvil y me tocó este versículo ¡Jn 15,9!
“Como el Padre me amó, así os he amado.”
Dije en mi interior “¡Dios mío! ¿Hablas en serio? ¿Por qué acabé yo aquí?” Estaba enfadada con Jesús y me sentía incapaz de dar ese amor a los niños. Busqué otros trabajos y programas de estudio, pero no se abrió ninguna puerta. Otras personas me aconsejaban que me rindiera.
Unas semanas más tarde, mi jefa me invitó a una entrevista de evaluación. No sabía que decir. Gracias a Dios, ella tomó la palabra y me preguntó: “Anna-Lena ¿crees en Dios?”. “Sí.”, respondí desconcertada. Ella no lo sabía y continuó preguntándome: “¿Te gustaría hacer pastoral cristiana con un colega del trabajo? Me gustan los valores de los cristianos, pero no practico la fe.” Acepté. Reía en mi interior porque me di cuenta por qué estaba aquí y recordaba tales palabras de la Biblia:
“No confíes en tu propio entendimiento, sino confía en el Señor de todo corazón. El enderezará tus caminos.” (cf. Proverbios 3,5)
Confiar en Dios es un proceso de aprendizaje, pero ya estoy viendo los primeros frutos de esta confianza, incluso en mi misma. Creo más firmemente que Dios tiene realmente planes de salvación para todos los hombres.
Empecemos a confiar cada vez más en Él desde el fondo de nuestro corazón ¡y nuestro amor será más auténtico!
Anna-Lena Icking, Alemania
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